Los medios dedicados al periodismo no pueden seguir obsesionados por la producción de contenidos propios. El futuro de su negocio está en la coordinación de relaciones sociales. Es la gente quien produce contenidos. El periodista debe escucharla, centrarse en recoger sus aportaciones y satisfacer como simple intermediario las demandas populares de servicios concretos y cercanos. Así se expresa Jeff Jarvis, uno de los gurús comunicacionales más encumbrados en estos momentos en Estados Unidos, en su reciente libro Geeks Bearing Gifts (2014: ‘Cretinos que llegan con regalos’).
Googlelandia y el nuevo entorno de los agregadores de noticias y plataformas de enlaces digitales están de enhorabuena con el diagnóstico de Jarvis. Para este reputado profesor de escuelas de periodismo, asesor de periódicos de primer rango mundial y bloguero con decenas de millones de seguidores, el hundimiento de las audiencias periodísticas no se resolverá con los lamentos por los buenos tiempos pasados. Y del mismo modo que los copistas de manuscritos tuvieron que reinventarse después de Gutenberg y los negocios de postas de caballos cambiaron de naturaleza tras la llegada del automóvil, las empresas periodísticas han de aprender cuál será su nueva función en un mundo digitalmente hiperenlazado.